Pese a que el uso de controladores biológicos no es masivo en Chile para prevenir la presencia de plagas y frenar su proliferación, surge como una opción para responder a las exigencias de los mercados internacionales.
SE VEÍA venir la posibilidad de que un supermercado en Europa exigiera a sus proveedores de fruta no tener residuos de productos fitosanitarios de ningún tipo. Y eso fue lo que le ocurrió a un productor chileno de arándanos en Alemania. Más que casos aislados, podría ser el punto de partida de un escenario que, nadie garantiza, no se vuelva a repetir.
Para el agricultor, una alternativa sería volverse orgánico o también recurrir al uso de controladores biológicos. Pero son varias las barreras y no pocos los desafíos que hacen que, en Chile, estos aún no sean considerados masivamente para el control de plagas y con ello, mitigar los Límites Máximos de Residuos permitidos (LMR), señala Osvaldo Farías, gerente general de Xilema.
En Europa, el uso de enemigos naturales es conocido hace más de cien años y ampliamente usado como herramienta en la agricultura orgánica y también convencional. Por el contrario, en Chile, combatir la presencia de plagas como el chanchito blanco en vid, escamas en palto, es baja. “Menos del 1% de la superficie de producción frutal en Chile usa controladores biológicos“, dice el ejecutivo.